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Ancla 8

Unidad 1: El Antiguo Régimen y la Ilustración

“Los reyes son llamados justamente dioses, pues ejercen un poder similar al divino. Pues si consideráis los atributos de Dios, veréis cómo se encuentran en la persona de un rey (...). De la misma forma que es impío y sacrílego hacer un juicio sobre los actos de Dios, igualmente es temerario e inconsciente para un súbdito criticar las medidas tomadas por el rey.”

Jacobo I, rey de Inglaterra entre 1603 y 1625.

1) Las bases del Antiguo Régimen

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1.1) La sociedad estamental: 

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La sociedad del Antiguo Régimen estaba dividida en niveles o estamentos casi estancos. Ascender en esta pirámide y pasar de un estamento inferior a otro superior era muy difícil, sobre todo en los estratos más elevados. Esta organización jerárquica de la sociedad se basaba en la Teoría descendente del poder: Dios entrega el poder al rey, que es una especie de lugarteniente suyo en la tierra, de manera que el poder real es incuestionable y absoluto (monarquía absoluta). El rey nombra a sus ministros y colaboradores de entre la nobleza (duques, marqueses, condes...) y el alto clero (obispos). Así, el poder desciende de Dios al rey, de este a sus ministros y de estos al resto de la gente.

La principal diferencia entre las clases altas (rey, nobleza y clero) y el resto (burguesía y clases populares) es que las primeras gozaban de privilegios, sobre todo de la exención del pago de impuestos y a la posesión de derechos señoriales (dentro de sus dominios, podían juzgar y condenar a quien cometiera un delito y cobrar sus propios impuestos, así como mantener un ejército propio). En la pirámide de la imagen podemos ver cómo funcionaban los estamentos: en la cúspide está el rey con su poder absoluto. Justo después, alta nobleza y alto clero. Estos son los estamentos que se encargan del gobierno.

La baja nobleza la componen hijos de familias nobles sin tanto poder (hidalgo=hijo de algo) y se dedican a la guerra. Son los típicos caballeros armados. El bajo clero (sacerdotes de a pie, monjes y monjas) aparece aquí por tener el privilegio de no pagar impuestos, pero tampoco llevaban una vida fácil, pues vivían con pocos medios. 

En el siguiente estrato descendiente, encontramos a la alta burguesía, que podía ser rural o urbana. En el campo, la formaban los propietarios de tierras ricos, mientras que en la ciudad la componían los rentistas, banqueros y grandes hombres de negocios. Después se halla la burguesía media, de comerciantes prósperos y profesiones liberales (médicos, abogados, arquitectos...) y, paralelamente, en el campo, los campesinos medios, que viven de su trabajo y poseen pequeños lotes de tierra.

Por debajo de estos niveles se encuentra la pequeña burguesía: humildes artesanos y pequeños comerciantes que regentan un taller o una tienda. Las últimas capas pertenecen a las clases populares, de condición muy modesta: campesinos sin tierra, que sobreviven trabajando la tierra de otros a cambio de bajos jornales, sirvientes, esclavos y mendigos. 

 Texto sobre el poder absoluto de los reyes y su justificación. 

Pirámide del Antiguo Régimen.jpg

 Luis XV, rey de Francia entre 1715 y 1774. 

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2) La monarquía parlamentaria inglesa

 

No todo el mundo creía que el poder del rey venía de Dios y que era infalible. 

En Inglaterra, país que gozaba de cierta tradición parlamentaria, el rey Carlos I quiso gobernar de forma absoluta, desoyendo al Parlamento y esto llevó a una guerra civil entre el rey y los parlamentarios en 1642. En 1649, los parlamentarios arrestan, juzgan y ejecutan al rey Carlos I. Pocos años después, en 1653, comienza un gobierno llamado Mancomunidad de Inglaterra, liderado por el líder del ejército parlamentario: Oliver Cromwell, que no será sino una dictadura enmascarada.

Tras él, volvió la monarquía, pero la lucha entre absolutistas y antiabsolutistas durará hasta 1688, cuando triunfa la Revolución Gloriosa y el parlamento promulga una de las primeras cartas de derechos humanos: la Declaración de Derechos de 1689 (Bill of Rights) y se establece una monarquía moderada (María II y Guillermo III), cuyo poder estaba limitado por el parlamento.

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A lo largo del siglo XVIII, el poder de los reyes fue disminuyendo y se estableció la división de poderes, síntoma de que el Antiguo Régimen tocaba a su fin: 

  • El poder legislativo (elaboración de leyes) reside en el parlamento, dividido en dos cámaras, la de los lores y la de los comunes.

  • El poder judicial (interpretación de las leyes) reside en los jueces.

  • El poder ejecutivo (obligar a que las leyes se cumplan) reside en el gobierno, que tiene que dar cuentas de su quehacer al parlamento. 

Esta división de poderes se acabó adoptando en todas las democracias actuales, quedando los reyes, en caso de haberlos, para una función puramente representativa.

Declaración de derechos inglesa (1689)

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  1. El Rey no puede crear o eliminar leyes o impuestos sin la aprobación del Parlamento.

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     2. El Rey no puede cobrar dinero para su uso personal, sin la aprobación del Parlamento.

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     3. Es ilegal reclutar y mantener un ejército en tiempos de paz, sin aprobación del Parlamento.

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     4. Las elecciones de los miembros del Parlamento deben ser libres.

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      5. Las palabras del Parlamento no pueden obstaculizarse o negarse en ningún otro lugar.

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      6. El Parlamento debe reunirse con frecuencia.

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3) Economía

 

3.1 Economía agraria y derechos señoriales

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La base de la economía era la agricultura. Las fincas estaban en manos de grandes propietarios que pertenecían, mayormente, a la nobleza y clero. Estas fincas tenían muchas veces una legislación y un sistema fiscal especiales, es decir, el noble propietario tenía poder para aplicar leyes, juzgar a personas y cobrar sus propios impuestos dentro de sus tierras. Esto es lo que llamamos derechos señoriales.

Los campesinos que trabajaban en el señorío vivían una situación muy difícil: pagaban rentas e impuestos a su señor, el diezmo al clero y al Estado otros impuestos. Se trata, pues, de una agricultura de subsistencia. 

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3.2 Comercio interior e industria

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El comercio interior, aunque despuntaba, aún era escaso y se limitaba a ferias y mercados en ciudades y pueblos. Los productos manufacturados eran también escasos y estaban monopolizados por los gremios, organizaciones de artesanos que se unían para fijar precios y prestarse ayuda mutua. Era común que los talleres de estos artesanos se agrupasen en calles en la que todos se dedicaban a la misma tarea.

En el campo, se desarrolló el putting-out system: los campesinos, durante el invierno, tenían poco trabajo y pocos ingresos. Entonces, algunos comerciantes empezaron a proporcionarles materias primas (sobre todo algodón) para que, en el tiempo libre, estos campesinos fabricasen prendas de vestir. Después, el mismo comerciante les daba un dinero por esas prendas y se las llevaba a vender, por un precio más alto, al mercado. De alguna manera, este sistema es el origen del sistema fabril capitalista: no había grandes fábricas todavía, pero el comerciante burgués ya empleaba mano de obra para aumentar la producción y, por tanto, los beneficios.

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3.3 Comercio exterior

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Este es el sector económico que más se desarrolló y el que más riqueza generó, gracias a los grandes descubrimientos de nuevos mundos que se produjeron durante la Edad Moderna. Al de América hay que sumar el descubrimiento y colonización de Australia en el siglo XVII.

Vamos a ver a continuación cómo afectó el comercio a los países más relevantes de aquel tiempo.

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Inglaterra: progresó económicamente gracias a su buen papel en la Guerra de Sucesión Española, donde consiguió ventajas comerciales. Además, sus colonias en Norteamérica eran muy prósperas gracias a los abundantes recursos naturales allí presentes.

Los Países Bajos, que consiguieron su independencia de España en 1648, también se embarcaron en la aventura colonial con éxito, pero sostuvieron varias guerras contra Inglaterra por el dominio de las rutas marítimas y perdieron, con lo que se convirtieron, a finales del XVII, en una potencia de segunda fila, y, en vez de centrarse en América, focalizó su atención en el sudeste asiático.

Francia, por su parte, desarrolló sus colonias norteamericanas: Luisiana Francesa y Canadá oriental, lo que hoy es la zona francófona del Quebec. 

Portugal, potencia pionera en el colonialismo, que inició ya en el siglo XV, mantuvo sus dominios en América, particularmente en Brasil, y a lo largo de las costas africanas, de la India y de China. 

España mantuvo cierto poderío comercial gracias a sus colonias americanas, pero la Guerra de Sucesión y la posterior Guerra de los Siete Años (1756-1763) mermaron grandemente su poder.

 

Los empresarios establecieron compañías para organizar el comercio. La más célebre fue la Compañía Británica de las Indias Orientales, que llegó a controlar la mitad de todo el comercio mundial trayendo de Asia productos como algodón, seda, especias, sal, té y opio.

Los océanos se llenaron de rutas por las que los barcos llevaban y traían todos estos productos. Una de las rutas más lucrativas fue la triangular: Los barcos salían de Europa hacia África, donde vendían productos manufacturados: cuentas, espejos, telas, etc. y compraban esclavos. De allí, los barcos partían hacia América, donde los esclavos eran vendidos en las plantaciones y compraban materias primas y alimentarias, como cacao, azúcar, tabaco, o pieles. Por último, volvían con este material a Europa cerrando así el triángulo.

Estas grandes rutas y compañías necesitaban mucho dinero para funcionar, es por ello que en esta época se desarrollan los grandes bancos, que hacen préstamos a los empresarios a cambio de un interés. El capitalismo se establece de manera irreversible.

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Los gobiernos contribuyeron a proteger la economía de sus países implantando el sistema mercantilista. El mercantilismo es una manera de actuar en economía que consiste en exportar todo lo que se pueda e importar lo mínimo imprescindible, evitando que las reservas de oro disminuyan, pues según este sistema la riqueza de un país se mide en la cantidad de oro que posea. Puesto que el gobierno intervenía en la economía, calificamos este sistema como proteccionista.

4) Demografía

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Durante el Antiguo Régimen estamos en lo que en demografía se denomina "fase pre-industrial" o "demografía antigua", que se caracteriza por unas altas tasas de natalidad y mortalidad. Las causas de este comportamiento demográfico son:

  • Las familias, sobre todo las campesinas, tienen muchos hijos porque son utilizados como fuerza de trabajo en cuanto tienen edad para ello (6-7 años).

  • Por otro lado, la moral religiosa imperante alentaba a tener hijos.

  • Sin embargo, muchos de esos niños morían por enfermedades (no existían las vacunas ni la medicina como la conocemos hoy) o de hambre.

  • Un buen porcentaje de la población moría por epidemias, el hambre o por causa de las guerras.  

En numerosas ocasiones, los campesinos, desesperados, se rebelaban contra la nobleza o el clero. Estas rebeliones eran conocidas como "motines del pan".

En esta sociedad, muchos niños se veían obligados a mendigar o a ponerse a servir a algún amo a cambio de comida y techo, lo que viene siendo prácticamente lo mismo que la esclavitud. Muchas veces, esos amos tampoco tenían medios para ganarse la vida e incluso veían el trabajo como una deshonra, pero, por aparentar, hacían creer a los demás que gozaban de buena posición. Esto se puede comprobar maravillosamente en la novela El lazarillo de Tormes

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5) La Ilustración (s. XVIII)

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5.1) Bases del pensamiento ilustrado

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La revolución científica y el humanismo de los siglos anteriores animaron a la gente instruida a apostar por el progreso y el uso de la razón para superar los males del Antiguo Régimen.

la Ilustración, corriente de pensamiento progresista nacida en Francia, trajo nuevas ideas como:

  • la búsqueda de la felicidad

  • la importancia de la razón frente a la ignorancia y la superstición

  • el conocimiento llega a través de los sentidos, no a través de la fe ciega.

  • la meritocracia contra los derechos de cuna. Es decir, una persona debe progresar por sus propios méritos, y no porque sea hijo o hija de un rey o de un noble.

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Todo esto se tradujo en ideales políticos que, desde entonces, están presentes en nuestras sociedades:

  • la libertad

  • el progreso de los países

  • la ciencia como fuente de conocimiento

  • la tolerancia

  • la fraternidad

  • el gobierno constitucional 

  • la separación del estado y la iglesia 

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Tanto fue así, que el siglo XVIII, por ser aquel en el que se pretendió librar al mundo de las tinieblas de la ignorancia, recibe también el nombre de “Siglo de las Luces”. Las consecuencias no se hicieron esperar: las revoluciones americana y francesa acaban dinamitan el Antiguo Régimen y la burguesía se consolida como clase dominante.

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5.2) La crítica al Antiguo Régimen y al absolutismo

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Los filósofos e intelectuales concluyeron que la teoría descendente del poder y el derecho divino de los reyes no se podían demostrar con la razón y pusieron en entredicho el poder absoluto de los reyes. Algunos de los filósofos ilustrados más destacados fueron:

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  • John Locke (1632-1704): Confiaba en que cada persona fuese libre y responsable del buen uso de dicha libertad, y mantenía que un gobierno no debe decir al individuo lo que tiene que hacer, sino vigilar por la seguridad, las pertenencias y la libertad de los ciudadanos. Contra el poder absoluto concentrado en una sola persona (el rey), estableció la división de poderes entre ejecutivo, que hace que la ley se cumpla; federativo, que se ocupa de la política exterior; y legislativo, que elabora las leyes.

  • Montesquieu (1689-1755): Aplicó la división de poderes de Locke a Francia. El federativo estaría incluido en el ejecutivo y añadió el judicial (interpreta la ley, lo desempeñan los jueces).

  • Jean-Jacques Rousseau (1712-1778): Pensaba que la sociedad funcionaría mejor si existía un acuerdo entre gobernantes y gobernados con el bien común como objetivo. Esta es la teoría del contrato social, y para ello es necesaria la total soberanía nacional: el poder de una nación reside en el conjunto de sus ciudadanos y son ellos los que deciden quién les gobierna. 

  • François-Marie Arouet “Voltaire” (1694-1778): Luchó contra la monarquía absoluta y, especialmente, contra la intolerancia religiosa y el pensamiento único. Sostuvo que el mejor gobierno sería una monarquía parlamentaria, que los privilegiados deberían pagar impuestos y que cada uno tenía libertad para pensar cómo quisiera y creer en lo que quisiera.

  • Denis Diderot (1713-1784) y Jean le Rond D'Alembert (1717-1783): Afirmaban que solo se puede conocer algo a través del método científico y de los hechos observables. Publicaron la Enciclopedia, donde intentaron reunir todo el saber de su época. Abiertamente ateos, fueron muy críticos con el papel de la Iglesia Católica en la sociedad y con los dogmas.

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5.3 El despotismo ilustrado.

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La corriente ilustrada, las ganas de saber, la revitalización de la razón, estaban de moda en Europa, y la ilustración llegó también a las grandes cortes. Algunos reyes quisieron modernizar sus países a la luz de la razón, e introdujeron mejoras en educación y ciencia (escuelas, universidades, observatorios, museos…) medicina, higiene o urbanismo (parques, paseos, amplias avenidas). Pero estos reyes pretendían seguir siendo monarcas absolutos sin ceder su poder, pues pensaban que el pueblo era una especie de niño que no puede tomar decisiones importantes por sí mismo. Por eso, la frase célebre sobre el despotismo ilustrado es: “Todo para el pueblo, nada por el pueblo”, es decir, el rey hará todo pensando en el bienestar de sus súbditos, pero sin contar con su opinión. Algunos célebres monarcas ilustrados fueron Federico II de Prusia, la zarina Catalina II de Rusia o Carlos III de Epaña.

Ahora bien, si pensamos un poco, la contradicción es evidente: si el sistema se moderniza y se reforma, si la gente es cada vez más ilustrada, será muy difícil que el poder de los reyes siga siendo absoluto, pues las gentes, cada vez con mayor conocimiento, reclamarán participar en política. La Ilustración es el caldo de cultivo de las ideas de libertad, igualdad y fraternidad que derivan en las revoluciones americanas y francesas y ponen punto final al Antiguo Régimen.

Lectura de la tragedia de Voltaire: «El huérfano de China», en el salón de Madame Geoffrin en 1755, de Gabriel Lemonnier. 

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6) Los Borbones en España​

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En 1700 muere sin descendencia Carlos II, último rey de España de la casa de Habsburgo, también conocida como Casa de Austria, o simplemente “los Austrias”. El rey de Francia, Luis XIV, había maniobrado hábilmente para colocar a un descendiente suyo en el trono español, y así, Carlos II legó su corona a Felipe de Borbón, duque de Anjou y nieto de Luis XIV. Sin embargo, las cosas no iban a ser tan fáciles: el archiduque Carlos de Austria, sobrino de Carlos II, consideraba que, por parentesco, le tocaba a él heredar la corona de España, de manera que se alió con neerlandeses e ingleses, tradicionales enemigos de Francia y España, y declaró la guerra a Felipe de Borbón en 1701. Es la llamada Guerra de Sucesión Española.

Tras muchas vicisitudes, se llegó a una paz (Tratado de Utrecht-Rastatt, 1713-1715) que permitía a Felipe de Anjou ser rey de España con el nombre de Felipe V (primer Borbón), pero, a cambio debía renunciar a todas sus posesiones europeas. Así:

-Inglaterra se quedó Gibraltar y Menorca.

-Austria se quedó Milán, Nápoles, Cerdeña y los Países Bajos Españoles.

-Saboya se quedó Sicilia.

Además, España concedió a Inglaterra el Navío de permiso y el Asiento de Negros. El primero era un barco para comerciar con América, por lo que se rompía el liderazgo comercial de España en América. El segundo era un acuerdo para vender esclavos en América, que pasaba de control español a británico.

España había dejado de ser un país de primer orden en Europa.

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Sin embargo, se produjo a continuación un periodo de relativa paz durante el cual Francia y España corroboraron su alianza en sucesivos Pactos de Familia. 

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6.1) Felipe V (1700-1746)

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  • Política interior:

Su acto político más relevante fue la proclamación de los decretos de Nueva Planta: decidió unificar los reinos peninsulares (Castilla y Aragón) bajo las mismas leyes de Castilla, sometiendo a la Corona de Aragón, que durante la Guerra de Sucesión había apoyado al archiduque Carlos de Austria. Esto no fue aceptado por la Corona de Aragón y se dieron numerosos conflictos entre tropas reales y ejércitos de voluntarios aragoneses, pero finalmente se impuso la voluntad de Felipe V.

Por otra parte, estableció una división de España en provincias, con un capitán general al frente de cada una y un corregidor al frente de cada ayuntamiento. El corregidor equivaldría a lo que hoy llamamos alcalde. 

  • Política exterior:

Firmó con Francia los llamados 'Pactos de Familia', puesto que ambas monarquías eran Borbones, y, con su ayuda, recuperó algunos de los territorios perdidos en el Tratado de Utrecht, como el reino de Nápoles. 

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6.2) Fernando VI (1746-1759)

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  • Política interior:

Prosigue la labor centralizadora de su padre. Cuenta con ministros ilustrados, como el Marqués de Ensenada, que moderniza la armada y elabora un catastro muy preciso. 

  • Política exterior:

Se caracteriza por su neutralidad. Firmó pactos con otras monarquías, como los Habsburgo o la Santa Sede, para mantener la paz en Europa. En América, sin embargo, tuvo que hacer frente a algunas rebeliones.

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6.3) Carlos III (1759-1789)

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  • Política interior:

Típico monarca ilustrado, quiso que Madrid fuera una capital a la altura de las grandes cortes europeas, más limpia, hermosa (mandó construir grandes monumentos, como la Puerta de Alcalá, la Fuente de Cibeles o la Fuente de Neptuno, así como obras de urbanismo como el Paseo del Prado o los Jardines de Sabatini) y segura (prohibición de utilizar capas largas o sombreros de ala ancha para que no se pudieran ocultar armas. Esta ley fue ideada por su ministro Esquilache y provocó graves altercados, fue el llamado motín de Esquilache).

Además, hizo que las clases privilegiadas pagasen más impuestos.

El resultado de su política interior fue desigual, y estuvo muy influida por su participación en las guerras europeas, que vaciaron las arcas de la corona.

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  • Política exterior:

Quiso recuperar Menorca y Gibraltar, perdidas tras la Guerra de Sucesión en 1713, y por eso participó al lado de Francia en las guerras europeas. La Guerra de los Siete Años (1756-1763) acabó mal para España y perdió territorios en América. Esto trajo mucho descontento popular y fue una de las causas del Motín de Esquilache.​

Sin embargo, participó después junto a Francia en la Guerra de Independencia de Estados Unidos contra Inglaterra y allí sí que estuvo en el bando vencedor. En 1783, cuando acaba la guerra, recupera Florida y Menorca, y amplia sus territorios en América gracias a la cesión de gran parte de los territorios franceses (Luisiana) a España.

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6.4) Carlos IV (1788-1808)

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La obra reformadora de su padre (monarca ilustrado) comenzó a venirse abajo. Su reinado coincidió con la Revolución Francesa, donde se puso en entredicho el poder absoluto e, incluso se llegó a ejecutar al rey -que también era un Borbón- en la guillotina.

Por otra parte, Carlos IV estaba incapacitado para dirigir un país, pues no tenía dotes para el gobierno y sus intereses se centraban en la caza, el boxeo y los relojes, y nunca dedicaba más de quince minutos diarios a los asuntos de estado. 

Así las cosas, tuvo que hacer frente a varias crisis:

  • Ideológica: las ideas revolucionarias antiabsolutistas de Francia penetraron lentamente en España, a pesar del cordón sanitario que impulsó el conde de Floridablanca, uno de sus ministros.

  • Económica: hubo una gran crisis agrícola y comercial, con Inglaterra controlando cada vez más rutas comerciales marítimas y dejando poco espacio a España.

  • Dinástica: su hijo, el príncipe Fernando, conspira para derrocar a su padre y hacerse con el trono. En marzo de 1808, Carlos IV es forzado por su hijo a abdicar. Fernando VII es el nuevo rey de España.

  • Política: España se une a una alianza de países que combaten contra los revolucionarios franceses: La Coalición. España lucha contra Francia, pero pierde y es obligada a convertirse en su aliada. En 1808, Carlos IV y su hijo Fernando VII ceden el trono a Napoleón, emperador de Francia, quien a su vez lo cederá a su hermano José Bonaparte. Así comienza el dominio francés sobre España. 

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