Unidad 5: La dominación europea del mundo
Segunda Revolución Industrial e Imperialismo
1. La Segunda Revolución Industrial
La segunda revolución industrial se ubica convencionalmente entre los años 1870 y 1914 (inicio de la Primera Guerra Mundial) y surge en Alemania y Estados Unidos, que son los que la dirigen y donde aparecen algunos de los grandes inventos, si bien Inglaterra sigue en una posición relevante. Esta segunda revolución se da porque aparecen nuevas fuentes de energía que dan pie a nuevas industrias. Estas fuentes de energía son la electricidad y el petróleo.
Las industrias predominantes serán la siderurgia, la química y la industria del transporte.
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Siderurgia: el espectacular crecimiento de fundiciones y altos hornos en Estados Unidos y Alemania relega a Inglaterra al tercer puesto en producción de acero, cuando hasta entonces había sido la primera productora mundial. El acero comenzó a emplearse masivamente.
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Química: Su estudio permitió la aplicación de procesos químicos en el desarrollo de miles de productos: textiles, detergentes, explosivos, celuloide, etc. También se desarrolla en esta época la industria farmacéutica.
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Transportes:
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Aparece el motor de combustión interna de Karl y Bertha Benz (1886), de donde saldría después la sociedad con Gottlieb Daimler. Más tarde llegaría el gran desarrollo del automóvil con la cadena de montaje de Henry Ford. Tras la Primera Guerra Mundial, este invento se generalizó en todo el mundo.
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En las ciudades se populariza el tranvía, el autobús y el metro.
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Aeroplano: inventado por los hermanos Wright, pioneros de al aviación, en 1905
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Dirigible: fue empleado sobre todo en Alemania. Llegó a utilizarse, con escaso éxito, durante la Primera Guerra Mundial.
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Gracias al descubrimiento y desarrollo de la electricidad, aparecen multitud de inventos que pasan a formar parte de la vida doméstica de los ciudadanos:
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El teléfono (Meucci/Graham Bell, 1871)
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El fonógrafo (Edison, 1877)
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Bombilla eléctrica (Edison, 1879)
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Plancha eléctrica (Seely, 1882)
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Cinematógrafo (Hermanos Lumière, 1895)
Esta nueva revolución industrial también trajo cambios en el sistema productivo: la demanda aumentaba y los empresarios industriales buscaron la forma de aumentar también la oferta, es decir, la producción. Frederick Taylor, un pensador estadounidense, ideó en 1911 un sistema para ahorrar tiempo en la producción. Este sistema fue llamado Gestión Científica del Trabajo, pero es conocido popularmente como Taylorismo. Se basa en evitar cualquier pérdida de tiempo en las fábricas, llegando a cronometrar los movimientos de los trabajadores.
Al imponerse el taylorismo, la producción aumentó, pero también la presión sobre los obreros para que trabajasen sin descanso, lo que se tradujo en protestas y huelgas. Además, muchos empresarios bajaron el valor de cada pieza producida para obligar a los trabajadores a trabajar más rápido.
Más o menos en la misma época, el empresario estadounidense Henry Ford ideó otro sistema para abaratar costes y optimizar el tiempo de producción, que pudo poner en práctica en su fábrica gracias al éxito de ventas que tuvo su modelo Ford T
El Fordismo se basaba en la producción en cadena: cada obrero se especializa en una parte muy específica y pequeña de la producción y realiza esta labor, casi automática, constantemente. Inmediatamente, la pieza que acaba de realizar pasa al siguiente departamento, donde se continúa la elaboración del producto final. Los obreros trabajan uno junto a otro, en una cinta móvil, para ahorrar tiempo y espacio. Así, se evitaba, al estilo tayloriano, cualquier pérdida de tiempo, lo que abarataba costes. La diferencia con el taylorismo reside en que Ford quiso elevar los salarios de los trabajadores para que pudieran adquirir más productos, elevando la calidad de vida del ciudadano medio americano y contribuyendo a crear la sociedad de consumo.
Socialmente, esta segunda revolución se tradujo en un aumento del nivel de vida de los trabajadores, aunque las jornadas de trabajo seguían siendo extenuantes. La jornada de ocho horas, que ya había pedido Robert Owen en su día, se impondrá paulatinamente a principios del siglo XX, pero de forma muy distinta según el país y la legislación que se trate. El consumo aumentó de forma exponencial.
La revolución industrial también trajo avances a la medicina y al control de alimentos y aguas, y esto propició un fuerte incremento demográfico: Europa pasó de tener 275 millones de habitantes a 460 entre 1850 y 1914. El desempleo no tardó en aparecer y se produjeron grandes migraciones, especialmente hacia el continente americano.
Cómo poner en práctica la gestión científica del trabajo
por Frederick Taylor
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Hallar diez o quince obreros (si es posible en distintas empresas y de distintas regiones) que sean particularmente hábiles en la ejecución del trabajo por analizar.
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Definir la serie exacta de movimientos elementales que cada uno de los obreros lleva a cabo para ejecutar el trabajo analizado, así como los útiles y materiales que emplea.
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Determinar con un cronómetro el tiempo necesario para realizar cada uno de estos movimientos elementales y elegir el modo más simple de ejecución.
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Eliminar todos los movimientos mal concebidos, los lentos o inútiles.
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Tras haber suprimido así todos los movimientos inútiles, reunir en una secuencia los movimientos más rápidos y los que permiten emplear mejor los materiales más útiles.
El gran capitalismo
La mejora en la tecnología, los nuevos inventos y los avances en transportes favorecen la aparición de nuevas empresas y su crecimiento. En esta época, aparecen y se desarrollan las multinacionales, que son grandes empresas que poseen sucursales en varios países.
A veces, estas empresas, para controlar el mercado, se unen o firman acuerdos. Los principales tipos de acuerdos son:
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Cártel: Asociación de empresas de un mismo sector para fijar precios y distribuirse el mercado.
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Trust: Fusión de varias empresas en una nueva.
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Holding: Organización financiera que controla las acciones de otras empresas que no tienen por qué ser del mismo sector.
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Monopolio: Empresa que produce y vende un producto en exclusiva
Caricatura de John D. Rockefeller, dueño de la petrolera Standard Oil
2. Imperialismo
2.1. Causas
Que un país quiera expandir sus fronteras no es nada nuevo. Si repasamos la historia, vemos que el imperialismo ha sido una constante: de la Antigüedad nos viene a la cabeza el Imperio Romano, de la Edad Media, el Imperio Bizantino, el Carolingio o el Islámico; de la Edad Moderna, el Imperio Español o el Portugués, etc.
Ahora, en el último tercio del siglo XIX, el colonialismo viene determinado tanto por causas económicas como políticas y paternalistas.
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Económicas: los países industrializados buscan nuevos lugares donde obtener materias primas, invertir el excedente de capital y abrir mercados donde vender sus productos manufacturados.
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Políticas: Poseer un gran imperio otorga prestigio a un país, de ahí que tantos países se lancen a conquistar de repente.
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Paternalistas: Existían ciertas corrientes que se arrogaban un papel civilizador para con los pueblos no europeos. Era "la carga del hombre blanco", como rezaba el poema de Rudyard Kipling. Este paternalismo tenía una fuerte dosis de racismo.
En un plano más específico, varios países querían adquirir o recuperar el prestigio perdido: Francia quería recuperarse de la humillación sufrida ante Prusia en 1870-1871; España, después del 98, se quiere centrar en el norte de África; Inglaterra, mantener sus líneas marítimas y terrestres, por lo que va a estar muy atenta al reparto de África y Asia. En este último continente mantiene una tensa rivalidad con el Imperio Ruso que fue bautizada como "El Gran Juego".
2.2 Administración
La administración de un territorio conquistado es un asunto complejo, y responde a una doble clasificación: según sea su forma de gobierno y según sea su importancia económica.
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Según su forma de gobierno:
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Colonia: Depende completamente del gobierno de la metrópoli.
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Protectorado: Se permite que el territorio tenga su propio gobierno, pero es controlado por la metrópoli en temas de política exterior, defensa y orden interno.
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Territorio metropolitano: Son jurídicamente iguales a cualquier territorio del país conquistador.
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Según su importancia económica:
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Colonia de poblamiento: mayoría de población de origen europeo, que se establece allí de forma permanente.
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Colonia de explotación: mayoría indígena, pero bajo el control de los administradores europeos. Normalmente, solo se pretende tener esta colonia para explotar las materias primas o por puro prestigio.
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2.3 Los repartos
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África del Norte:
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Con la excusa de combatir la piratería del Mediterráneo, Francia ocupó Argelia en 1830. Después estableció un protectorado en Túnez en 1881.
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Egipto, que fue ayudado en su modernización por Inglaterra y Francia (construcción del Canal de Suez en 1859) vio como estos dos países competían por ocuparlo. Finalmente fue Inglaterra quien lo consiguió en 1882.
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Libia, perteneciente al Imperio Otomano, fue invadida por Italia en 1911.
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África subsahariana: Hasta la mitad del siglo XIX, los europeos no habían entrado en esta zona más allá de las tierras costeras, donde tenían puertos comerciales.
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Alemania controla algunos territorios en el oeste (Togo y Camerún), en el este (Tanzania) y en el suroeste (Namibia). Allí, Bismarck da vía libre a los empresarios alemanes para que instalen industrias y comercios, pero no quiere luchar por tener más territorios. Ahora que Alemania está unificada, a Bismarck lo que le interesa es mantener el equilibrio de poder en Europa para que el nuevo imperio no tenga problemas, por eso buscará la paz entre las potencias europeas en medio de tanto conflicto colonial.
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Italia controla Somalia y Eritrea, y quiere entrar también en Etiopía para unir sus territorios por tierra, pero sufre una sonora derrota en Adua (1896). Esta gran humillación les impulsó a conquistar Libia en 1911, para compensar. Más tarde, durante el fascismo de Mussolini, volverán a combatir por Etiopía.
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La intención de Inglaterra fue crear un gran imperio africano de norte a sur. Empresa que consiguió, pues era una de las potencias más fuerte de la época.
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Francia e Inglaterra también mostraron interés en el valle del Níger y mantuvieron conflictos por ello, como también los tuvieron en Egipto.
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El rey Leopoldo II de Bélgica fue de los primeros en entrar en el África subsahariana, explorando y conquistando el valle del Congo. Allí fundó, en 1885, el Estado Libre del Congo, una empresa privada del rey para su propio beneficio. Esclavizó a los congoleños para extraer caucho y piedras preciosas, y como consecuencia murieron millones de nativos.
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África del Sur:
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Inglaterra comenzó a ocupar la zona tras el Congreso de Viena, y en Sudáfrica chocó contra los Bóeres, granjeros neerlandeses que llevaban allí desde el siglo XVII y que habían fundado sus pequeñas repúblicas. Entre 1880 y 1902, hubo dos guerras entre Inglaterra y los Bóeres, con victoria final para Inglaterra.
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Portugal poseía las colonias del África Occidental Portuguesa (hoy, Angola) y del África Oriental Portuguesa (hoy, Mozambique) y quería establecer un nexo entre ellas (el llamado 'Mapa rosa'), pero para ello tendría que ocupar territorio inglés. Algunas tropas entraron en estos territorios, pero se retiraron tras un ultimátum inglés de 1890.
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Repasar el reparto de África aquí
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La Conferencia de Berlín (1884-1885):
Todos estos problemas cristalizaron en la Conferencia de Berlín. Precisamente fue Portugal quien llamó al resto de potencias coloniales a reunirse (recordemos la política congresista de apaciguamiento de La Restauración) y el congreso tuvo lugar en Berlín por ofrecimiento del canciller Bismarck, que recién fundado el Imperio Alemán, deseaba la paz y el equilibrio europeo más que nada. Participaron catorce países y los acuerdos más relevantes fueron:
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Reconocimiento del derecho de ocupación: si un país poseía una sección de la costa, podía conquistar hacia el interior.
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Establecimiento de límites entre los imperios.
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Reconocimiento del Estado Libre del Congo de Leopoldo II, a cambio de que el resto de potencias pueda navegar y transportar mercancías por el río Congo.
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Libertad para comerciar en África Central.
Algunos de los conflictos se resolvieron por vía pacífica, pero otros continuaron.
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Reparto del Pacífico:
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Alemania: Bismarck, como ya hemos dicho, no tenía mucho interés en las colonias, pero emprendió aventuras coloniales bajo la presión de los grupos industriales alemanes, que querían obtener recursos. Sin embargo, sí que quería obtener bases militares en lugares estratégicos, y de ahí que se adueñara de algunas islas en el Pacífico. Sin ir más lejos, hay un archipiélago y un mar que llevan su nombre cerca de Papúa Nueva Guinea. Además, compró a España los últimos restos del Imperio: las islas Palaos, las Carolinas y las Marianas.
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Estados Unidos: una vez completada la Conquista del Oeste, empieza a interesarse en el Pacífico. En 1898, tras vencer a España, obtiene las islas Filipinas y las Guam. En 1899 se anexiona las islas Hawaii.
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Francia: se quedan con numerosos archipiélagos que forman la Polinesia.
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Reparto de Asia:
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Inglaterra: sus intereses se centran en contener a Rusia (el Gran Juego), pues esta avanza hacia el sur y los ingleses controlan la India. Para evitar el enfrentamiento, Inglaterra convirtió Afganistán en estado tapón haciéndolo su protectorado en 1842.
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Pero lo que interesaba sobre todo a Inglaterra era el mercado chino. China era un enorme país que vivía prácticamente aislado, solo permitía el comercio con el exterior a través del puerto de Cantón. Inglaterra, por su parte, dominaba grandes áreas (India, Afganistán, etc.) donde se cultivaba opio y decidió introducir esta droga en China subrepticiamente. En pocos años, una buena parte de los chinos se habían hecho adictos y la economía del país se tambaleaba. El emperador quiso erradicar el opio de allí, pero Inglaterra le declaró la guerra, pues el comercio de este estupefaciente arrojaba grandes beneficios. Hubo dos Guerras del Opio (1839 a 1842 y 1856 a 1860) y en ambas venció Inglaterra. China fue obligada a admitir el comercio de opio inglés y de muchos otros productos extranjeros en su territorio, así como a abrir más de diez puertos al comercio internacional y a ceder Hong Kong a Inglaterra. La vulnerabilidad china fue aprovechada por Inglaterra, Alemania, Francia, Rusia y Japón, que, si bien no la conquistan, se la reparten en zonas de influencia política, por medio de los "Tratados desiguales" que China se ve obligada a firmar. Esta humillación produjo, en 1899, el Levantamiento de los Bóxer, una rebelión nacionalista china contra el control extranjero. Las potencias extranjeras se aliaron y derrotaron a los Bóxer en poco tiempo.
En el sudeste asiático, chocaron con Francia, de ahí que establecieran Siam (hoy, Tailandia) como estado tapón.
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Francia: tras una guerra contra China, obtuvo, en 1885, la región de Indochina, en el sudeste asiático. Corresponde al área que hoy ocupan Vietnam, Laos y Camboya. Hacia el oeste, chocó con los intereses británicos como se acaba de decir.
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Rusia: tras aniquilar a la mayoría de la población, el imperio se extiende por el Cáucaso y Siberia. También penetran en el Turkestán, Mongolia y Manchuria. Hacia el sur, entran en conflicto con Inglaterra, de ahí el establecimiento de Afganistán como estado tapón, y, hacia el este, con Japón, que controla la península de Corea. Esta tensión lleva a la guerra rusojaponesa de 1904-05 en la que los nipones infligen una humillante derrota a los rusos. Este hecho es una de las claves para luego entender la revolución rusa.
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Guerra de los Bóeres (1880-1902): en verde, los territorios del Imperio Británico. En naranja, las Repúblicas Bóeres, cuyos habitantes descendían de colonos neerlandeses
El 'Mapa Rosa': este era el territorio al que aspiraba Portugal uniendo sus posesiones en Angola y Mozambique, pero el territorio intermedio pertenecía al Imperio Británico y el proyecto portugués nunca se llevó a cabo
Grabado que muestra una sesión de la conferencia, con Bismarck en el centro
Leopoldo II de Bélgica sirve la cena (El Congo) para sus invitados: Zar Alejandro III de Rusia y Káiser Guillermo de Alemania
John Bull es el símbolo de Inglaterra. En esta caricatura trata de acaparar todo el continente y sus recursos naturales
Grabado que muestra una sesión de la conferencia, con Bismarck en el centro
En los años 40 del siglo XIX, Afganistán se convierte en estado tapón entre los intereses rusos y británicos. En principio, era un acuerdo cordial, pero en la práctica la amenaza de invasión sobre Afganistán era real.
1ª Guerra del Opio: 1839-1842 2ª Guerra del Opio: 1856-1860
En una imagen metafórica del cuento popular "El pescador y el genio", al zar Nicolás II se le aparece el fantasma de la revolución. Efectivamente, en 1905, tras la derrota contra Japón, comienza la primera revolución rusa
En los años 40 del siglo XIX, Afganistán se convierte en estado tapón entre los intereses rusos y británicos. En principio, era un acuerdo cordial, pero en la práctica la amenaza de invasión sobre Afganistán era real.
3. El Impacto sobre los pueblos colonizados
3.1) Impacto económico
Los colonizadores impusieron su modo de vida allá donde se asentaron, sin ningún respeto por las tradiciones y culturas locales, pues antepusieron el interés económico de la metrópoli a todo lo demás. Los rasgos palpables de este impacto económico fueron:
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Expropiación de tierras a los indígenas: las grandes plantaciones (orientadas a la exportación de cacao, caucho, algodón, café, etc.) sustituyen a los cultivos tradicionales.
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Los nativos se ven obligados a trabajar en las plantaciones para subsistir. La artesanía tradicional desaparece, ya que la metrópoli abastece de productos manufacturados que, al ser fabricados en más cantidad, resultan más baratos.
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Expolio de riquezas naturales (piedras preciosas, petróleo, minerales, etc.)
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Las colonias, al perder el control sobre sus recursos naturales y sobre el gobierno de sus tierras, dependen completamente de la metrópoli. Han perdido su libertad y autonomía.
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La metrópoli construye infraestructuras en las colonias (carreteras, vías de tren, ciudades, etc.) pero la población nativa apenas se beneficia de ello. El fin de todo esto es el provecho del país colonizador.
3.2) Impacto político y social
Al ser la metrópoli la que impone una organización al estilo europeo, los sistemas sociales nativos desaparecen. Los principales rasgos de este impacto son:
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La nueva clase dirigente es europea, no nativa. Solo se relacionan con las antiguas élites nativas si estos son absolutamente leales y conviene a la metrópoli.
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En la Conferencia de Berlín se produjo el reparto de África entre las potencias coloniales. En este reparto, como ya hemos visto, no se tuvieron en cuenta loa límites entre tribus nativas, dividiendo pueblos o juntando otros antagónicos mediante fronteras artificiales.
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Los desequilibrios entre la población y los recursos disponibles provocaron hambrunas periódicas.
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Las vacunas y las medidas higiénicas redujeron la mortalidad.
3.3) El impacto cultural
En África la tradición oral tenía mucho peso, y puesto que se impuso la cultura europea (sobre todo a través del inglés y el francés) sobre la autóctona, esta se perdió en gran medida. Este proceso por el cual un pueblo pierde su cultura y absorbe la del invasor se llama aculturación.
También se impuso la religión cristiana sobre los indígenas y las religiones tradicionales fueron hechas desaparecer.
La alfabetización por parte de misioneros redujo el analfabetismo, sin embargo, la finalidad de esta alfabetización era demostrar la superioridad de la cultura blanca europea.
En Asia, donde existían civilizaciones milenarias, con una cultura más basada en la escritura, no se produjo esta aculturación en tan alto grado.